27 de diciembre de 2011

Artículo sobre el número de lobos en España

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¿HAY TANTOS LOBOS EN ESPAÑA?
Tabla 1. Tamaño de las manadas de lobos en Europa
Región, País
Tamaño medio grupo
Europa boreal
Escandinavia (1994-2004)
6,7 (5)
Escandinavia (2006-2007)
5-5,9 (5)
Finlandia (1994-2004)
7,0 (6)
Finlandia (2006-2007)
5,4 (6)
Bialowiesza, Polonia
4-5,3 (7)
Bialowiesza, Bielorrusia
2.7-3.2 (8)
Cárpatos, Polonia
3,9-5,6 (9)
Eslovaquia
5,7 (10)
Mediterráneo
Alpes, Francia
4,9 (11)
NW Croacia
4-5 (12)
S Croacia
5-7 (12, 13)
C Grecia
2-5 (>3,6) (14)
Golán, Israel
2-7 (15)
S Israel
2-5 (16, 17)
Cansentinesi Forests, Italia
4,2 (18)
Apeninos, Italia
3,7 (19)
España
España (1987-1988)
5-7 (20)
Castilla y León (2000-2001)
8-10 (21)
Ancares lucenses (2006-2007)
8,6 (22)
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Bibliografía
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ARTÍCULO ORIGINAL:
En el turno de réplica que se publica en Quercus 267, de mayo de 2008, Juan Carlos Blanco critica un detalle de nuestro artículo (1). Aunque el objetivo de este trabajo era insistir en la importancia de poblaciones grandes para garantizar la capacidad de adaptación del lobo a los cambios ambientales, Blanco centra su crítica en nuestras aseveraciones sobre el tamaño de grupo empleado en los censos de lobos en España y cómo pueden llevar a una sobreestimación de la población (2). Creemos que los argumentos de Blanco son equivocados.
En primer lugar, Blanco indica que no hay evidencia de que los grupos de lobos que se alimenten de presas pequeñas tengan grupos menores. Para ello cita un estudio de Mech y Boitani (3). Sin embargo, tanto los autores de este estudio como Fuller en otro capítulo del mismo libro (4), y el mismo Blanco (2), indican que las manadas que se alimentan de presas pequeñas tienden a ser menores. Ciertamente la relación entre el tamaño medio de presa y el tamaño de grupo no es lineal, pero una simple observación de los datos compilados por Fuller muestra que los grupos que se alimentan de carroña y presas pequeñas son de un tamaño claramente inferior (3,4-3,6 lobos) a lo estimado para otros grupos (4).
Se podría argumentar que el tamaño de presa es muy variable y que por tanto estas generalizaciones resultan excesivas. Por tanto, compilamos información sobre los tamaños medios de grupo en poblaciones europeas, mucho más cercanas evolutivamente a los lobos ibéricos que las americanas (éstas han estado evolucionando de manera separada al menos desde el final del Pleistoceno). La tabla 1 muestra una recopilación de los tamaños de grupo de lobos de diferentes poblaciones. De forma general, en la Europa boreal el número de lobos por manada (estimado en condiciones ideales –presencia de nieve- y un seguimiento intensivo) oscila entre 5 y 7 lobos, con valores inferiores en el sur del continente. Dadas las características ambientales, esperaríamos que los grupos de lobos en la península Ibérica fuesen de tamaño parecido a los observados en otros países mediterráneos. Sin embargo, los tamaños medios de grupo en invierno son menores que los que Blanco sugiere para España (20, 21, 22). Cabe destacar que los autores de varias de las estimas en la tabla indican que se trata de poblaciones saturadas, y Blanco y Cortés (23) sugieren que esto puede llevar al 5
incremento del tamaño de grupo (este argumento se esgrimió para justificar el tamaño medio durante la última década, ver tabla).
Las estimas para la Europa meridional son parecidas a las obtenidas por Barrientos y Fernández (24), basadas en una metodología repetible y en múltiples observaciones por grupo de 61 manadas diferentes durante el invierno: 3,8 (desviación típica, SD=1,9) y 3,6 (SD=1,3) lobos en la meseta del Duero y la Cordillera Cantábrica, respectivamente, con rangos de 2-10 y 2-9 lobos por grupo. Blanco menciona que estudios previos de Barrientos (25) mostraron tamaños de grupo de 9,33, pero como él bien dice, este es el tamaño medio en verano y no considera la mortalidad anual. La mortalidad media de los cachorros durante su primer verano en ambientes poco humanizados de Norteamérica es del 34% (4). Aunque existen grupos grandes como los descritos por Blanco, el tamaño medio parece ser menor como consecuencia de la mortalidad y fracaso reproductivo (seguimientos de campo, C. Vilà).
Estamos de acuerdo con Blanco en que para cualquier zona de estudio y método resulta difícil asegurar que se han detectado todos los miembros de un grupo, pero este es un problema común a todas las poblaciones del mundo (3). Sin embargo, la información disponible hasta la fecha no nos hace pensar que los lobos ibéricos sean tan diferentes a los del resto de Europa o a los de otras regiones de la cuenca mediterránea como para justificar la asunción de que el tamaño de grupo en invierno es un 40-100% (o más) mayor en España (Tabla 1).
Por otro lado, el número de lobos divagantes o en dispersión que no forman parte de ningún grupo resulta muy difícil de estimar ya que es complicado diferenciar esos lobos de otros que se han separado de un grupo de manera temporal (3, 4). En el trabajo señalado por Blanco esta distinción tampoco está clara (26). Los primeros seguimientos con lobos mediante radiotelemetría realizados en Zamora y León por uno de los autores (C. Vilà) durante la década de los 80 ya mostraron que lobos subadultos podían permanecer durante meses escasamente vinculados al grupo, ausentándose durante periodos de tiempo muy largos (27). Consideramos que no existe información exhaustiva suficiente en la Península como para hacer una estima fiable y nos remitimos a la información publicada para otras poblaciones sobre el porcentaje de individuos solitarios no asociados a grupos, estimado en un 10-15% (4).
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Es obvia la dificultad que representa estimar el tamaño de la población de lobos en la Península cuando lo que se censa suele ser el número de grupos reproductores presentes. Por ello, parece más lógico centrar las estrategias de gestión y conservación de la especie en el número de grupos reproductores, un indicador objetivo e indiscutible científicamente, que ya había sido sugerido con anterioridad (28). En una reunión reciente promovida por la “Large Carnivore Iniciative for Europe (LCIE)” (29), algunos de los expertos asistentes argumentaron que se deben hacer estimas sobre "adultos reproductores", entendidos como tales los que participan en la reproducción (no tanto los que pueden hacerlo). Este número, una aproximación al tamaño de población efectiva, es el que dicta el potencial evolutivo de una especie y la capacidad de adaptación que le permita sobreponerse a cambios ambientales, como se menciona en nuestro artículo (1). En el caso de los lobos ibéricos, estaríamos hablando de 500-650 individuos reproductores, integrados en al menos 254 grupos reproductores (30) (el águila imperial ibérica Aquila adalberti cuenta con 234 parejas reproductoras).
Si se siguen planteando estrategias de gestión basadas en números de individuos (por ejemplo, número de lobos a abatir en una comarca) parece imprescindible basar estas estimas en datos fiables del tamaño de grupo. Es el caso de los cupos de captura establecidos en algunos planes de gestión autonómicos, como el de Castilla y León. Si uno de los objetivos de estos planes de gestión es la conservación a largo plazo, parece necesaria la utilización de estimas conservadoras (a la baja) del tamaño de grupo que no corran el riesgo de sobrestimar el tamaño de población. Por todo ello, parece imprescindible el estudio de las tendencias poblacionales basadas en el número de grupos reproductores, al tiempo que se hace una revisión constante de objetivos alcanzados.
Por último, Blanco se equivoca sobre el contenido y propósito de una carta remitida a la UICN por Jorge Echegaray, en nombre de ASCEL, una ONG independiente y altruista, que lleva desde 1997 trabajando en la conservación y estudio del lobo. En este escrito no se pedía elevar la categoría de amenaza asignada al lobo ibérico, sino que se realizaban una serie de apreciaciones sobre el apartado correspondiente al lobo en la Península al haberse entendido que se basaban en información que carecía de datos rigurosos y empíricos. Estas cuestiones versaban sobre la información relativa al tamaño de grupo en España, la expansión de sus poblaciones, la población de lobos en
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Cataluña y la aplicación de la Directiva 1992/43/CEE en España. Por cierto, ese grupo de expertos coincide con una de las consideraciones efectuadas por Echegaray acerca de que los lobos son “sustancialmente erradicados al sur del Duero en Castilla y León a pesar de la protección que establece la Directiva Hábitats 1992/43/CEE, lo que supone que únicamente los lobos de Portugal y Sierra Morena estén protegidos realmente.” Tanto la carta como la respuesta del grupo de expertos están disponibles para todos los interesados en la página web de ASCEL (http://www.loboiberico.com/).
Autores: Jorge Echegaray (echegaray@loboeuskadi.org) y Carles Vilà (carles.vila@ebd.csic.es) trabajan en genética y biología de la conservación de vertebrados, con especial dedicación al lobo, en la Universidad de Uppsala (Suecia) y la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC)
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