Cuestiones a tener en cuenta antes de adoptar por protectoras
Adoptar
un animal proveniente de un una protectora no es, en absoluto, lo mismo
que adquirirlo en una tienda o a través de un criador. Mientras que los
segundos suelen ser cachorros o estar bien amaestrados, los que
provienen de protectoras pueden contar con un pasado traumático que
conlleve serias diferencias. Por ese motivo, antes de lanzarse a ello
conviene aclarar que adoptar un animal a través de una protectora implica ayudarle, darle una segunda vida que le haga superar la primera. Es una cuestión de altruismo
en que valores como la pureza de la raza, la belleza, la edad o el
estado de salud pasan a un nivel secundario en favor de la necesidad del
animal. El dueño puede verse con una mascota traumatizada y/o herida,
que requiera un tiempo de adaptación a sus nuevas condiciones y, por
consiguiente, un esfuerzo extra de paciencia y sacrificio por parte de
la persona.
Por este motivo, lo primero es reconocer si se está capacitado para hacerse cargo de un animal (y en este sentido, es fundamental la lectura del artículo Cosas a considerar antes de adquirir una mascota),
y si se está capacitado para hacerse cargo de un animal de estas
características concretas, a sabiendas de que probablemente padezca
algún trastorno de ansiedad, de agresividad, le cueste conciliar el
sueño, tenga miedo, o tarde en adaptarse su nuevo hábitat.
Del mismo modo, el interesado que se ponga en contacto con una protectora ha de saber que puede ser sometido a un estudio riguroso
por parte de la misma. Por mucho que antes de estar dispuestos a la
adopción, los animales recogidos pasen por un proceso de acogidas
temporales que ayudan a acostumbrarlo a su nueva situación, las
organizaciones encargadas de su protección deberán asegurarse totalmente
de que el interesado reúne efectivamente los requisitos para la
adopción. Requisitos que serán variables en función de cada animal y de
la vida que haya tenido en el pasado: los hay que necesitan la presencia
de otros animales, que no saben vivir bajo un techo, que pueden
convivir con ancianos o niños… Es posible que el adoptante en potencia
se vea sometido a completos cuestionarios, estudios en profundidad, entrevistas y visitas a su hogar. En caso de no dar con el perfil indicado, las protectoras se reservan el derecho a rechazar la adopción y/o aconsejar otro animal de diferentes características.
Una vez realizada la entrega, es muy probable que las organizaciones sigan realizando seguimientos posteriores y visitas al lugar para comprobar que la convivencia marche bien, pudiendo ser retirada la mascota
en cualquier momento, en caso contrario. No hay que olvidar que la
finalidad es darle la mejor vida posible, y para ello su nuevo dueño se
tiene que comprometer a lo largo de toda la vida del ser vivo del que se
responsabiliza. En el momento de la entrega del animal, la protectora
en cuestión se encargará de ofrecer toda la información y ayuda
necesaria para una convivencia óptima.
Finalmente, cabe recordar que para hacerse con una mascota, el interesado deberá abonar una determinada suma de dinero correspondiente a vacunas, cuidados médicos, esterilización, desparasitación e inserción de microchip.
Adoptar
un animal bajo estas condiciones es enriquecedor y sumamente
gratificante a la postre: la mascota demostrará su eterno
agradecimiento, y verla evolucionar hacia una vida distinta supondrá una
experiencia impagable. Pero no hay que olvidar que es un gesto que
conlleva una gran responsabilidad.
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